Históricamente, el desarrollo industrial se basó en el componente material, en la compra, venta, producción o distribución de materias primas, objetos o alimentos.
Estos han sido y son algunas de las cosas que se comercializan, y si bien esa tendencia no ha mermado, hemos visto cómo desde mediados del siglo veinte, desde el momento que una persona puede realizar el registro de marcas, el componente intangible también ha comenzado a ser un valor comercial en el que se dan grandes e importantes negocios, y en los que se genera, además, grandes cantidades de dinero.
Cuando hablamos de este intangible, nos estamos refiriendo a la creatividad, y se ha convertido en un valor más, por el que se paga dinero constantemente.
Vemos cómo personas, equipos u organizaciones, son contratadas para prestar sus servicios como “creativos”, en diversos sectores no tradicionales de la economía, pero que en definitiva empujan a los sectores tradicionales. Por ejemplo, dentro del sector del diseño, vemos cómo el trabajo de una persona diseñadora puede movilizar al sector de la industria textil en la producción de nuevos estampados…
Por tanto, sucede constantemente con lo que se conoce como las “industrias creativas”, donde desde los diversos sectores que la conforman, como el musical, audiovisual o editorial, por nombrar algunos, constantemente se impulsa a otros ámbitos industriales para poder satisfacer sus necesidades operativas y de producción.
No hay fronteras para lo creativo…
Sin importar la latitud, en Buenos Aires o Madrid, Río de Janeiro o Ciudad de México, el combustible motriz de toda esta actividad comercial es uno y es el mismo, la creatividad.
En este contexto, donde el aporte creativo se ha convertido en un “bien” deseado, es fundamental que las personas u organismos que trabajan con ideas también las puedan proteger, registrando sus marcas y patentando sus productos.
Además, es un proceso que para nada es complejo y que puede generar una gran diferencia en nuestro andar, como personas emprendedoras o empresarias, tal como lo es acompañar un producto de herramientas que faciliten su venta, como por ejemplo la implementación de códigos para identificar bienes y productos a nivel mundial.
Con el registro de marca y a partir de una buena gestión de nuestras ideas podemos generar las bases de un desarrollo comercial exitoso.
Un ejemplo, con insumo, no tan atractivo, pero que ayuda a recrear y ver claramente lo que puede suceder si se tiene una marca registrada o no.
Un producto patentado o no, es lo ocurrido en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas y Soviéticas, la URSS, que Roberto Saviano en su novela Gomorra hace ver muy bien
Nos referimos a lo acontecido con el arma desarrollada por Mijaíl Kaláshnikov, la AK-47.
Este armamento, probablemente el mejor de la historia en términos de alcance mundial, relación, costo, beneficio, fue desarrollado en Rusia en la década del cuarenta, nunca fue patentado ni registrado como propio por su creador, que al encontrarse y servir para un país, en ese momento, de régimen comunista, no existía esta posibilidad, ya que todos los bienes y servicios producidos generalmente pertenecían al estado soviético.
Por lo que, un diseño y las versiones posteriores que se produjeron en Rusia en cantidades asombrosas, se vendieron y entregaron en otros tantos de países, incluso se piensa, que es el arma más utilizada de la historia, con más de ochenta millones de unidades producidas, lo cual no es poco si pensamos que además no necesitó de ningún empuje comercial, en términos de campañas para vender la marca.
Ahora bien, pensemos en el contexto, y adentrándonos en un ejercicio creativo.
Imaginemos que el AK-47 se llama BF-69 y fue desarrollado en los Estados Unidos de Norteamérica por un tal Mike Mancuso, y que tuvo el mismo éxito que se le atribuye al fusil ruso.
Mike, registro su marca, Muncuso´s Army y patento su BF-69, probablemente estaríamos hablando de una de las personas con más dinero en el planeta Tierra.
Todo porque en este escenario ficticio, la propiedad intelectual, el desarrollo de patentes es posible, y después de un proceso de registro, su idea y producto queda respaldado de réplicas ilícitas.
El registro de marca, un paso necesario
Este ejemplo, creemos que no tan afortunado, nos permite ver cómo es fundamental el registro de una marca o el patentado de un producto para poder garantizarnos el rédito económico y comercial del mismo y que nadie más pueda aprovecharse, dentro del marco de la ley, de nuestra idea.
Registrar una marca es un proceso simple, y en Estudio Iacona poseemos el conocimiento y el personal para acompañarte de la mejor manera en este proceso.
Haciendo un análisis de la marca y asesorando en caso de que sea necesario hacerlo, todo con el fin de poder garantizar es registro correcto y cumpliendo con las normas requeridas.
Por lo tanto, registrando tu marca, en proceso que se puede hacer de manera remota y desde cualquier parte del país, logramos ventajas valiosas ante nuestros competidores con marcas no registradas, además, ellos no podrán usar la marca, ya que al realizar el registro, estamos obteniendo la propiedad del nombre por diez años (ley 22.362).
Algunas de las ventajas son:
- Poder comercializar la marca
- poder publicitar la marca
- distribuir y lucrarse de lo que se venda usando la marca
- la propiedad en formato de monopolio de la marca y sus beneficios
- destacarla ante la competencia
- Resguardar la marca de forma legal ante plagio o replicas
Y muchas otras ventajas que solo ofrece tener una marca registrada y un producto o idea patentada.
Otro caso interesante que nos permite conocer el valor de una idea cuando ha sido registrada e incluso no se pensó para uso original es la del Post-it, este singular elemento, que nos permite dejar recordatorios en cuadraditos de papel de colores que se adhieren fácilmente a diversas superficies y nos ayudan a recordar cosas, organizar proyectos ha ganado fuerte arraigo en la cultura popular, incluso, existen ya en su versión digital.
El famoso Post-it no inicio su andadura comercial como pensamos, en realidad fue un error o un fracaso el que dio lugar a este producto. Y se convertiría en un producto registrado.
Su inventor, un tal Spencer Silver, quien desempeñaba labores científicas en la empresa 3M, quiso inventar un pegamento, pero el resultado fue que no funcionaba del todo bien, es decir, no pegaba correctamente.
Tres lustros después, un compañero de la compañía, Asthur Fry, lo utilizó para evitar que el marcapáginas de un libro de música se cayera constantemente al piso, y voilá, descubrió que este pegamento funcionaba de manera excelente en el papel, pegaba bien y no era difícil de despegar.
3M, ni corta ni perezosa, comenzó la comercialización del popular Post-It en 1980 y el resto es historia, cientos de miles de millones de unidades vendidas en el planeta entero e inmensas ganancias para la compañía productora.
Solo tomando un error y convirtiéndolo en una marca o en este caso, un producto de una marca registrada transformo un error en ingresos millonarios.
Este ejemplo puede ser la contraparte de cómo una idea registrada o no, puede generar resultados completamente distintos. Por eso es fundamental en nuestro proceso como pequeños empresarios analizar el contexto, saber las ventajas que nos ofrece y aprovecharlas.
En este sentido, conocer el marco legal y como registrar una marca, es fundamental para poder tomar las decisiones correctas y evitar así que nuestras ideas y marcas sena aprovechadas por otras personas antes que por nosotros.
En este proceso Estudio Iacona te damos la asesoría necesaria para que puedas transitar por el camino de las ideas y la producción de manera segura y respaldada, no dudes en contactarnos que nuestro equipo con gusto te asesorará.